Hoy estoy de celebración: llegué al fin de un reto al que le he puesto mucho esfuerzo. Me refiero a la desintoxicación con alimentos que terminé de hacer junto a Olga Gulati, de Juno Health and Wellness. He hablado de este reto de 24 días en varias publicaciones en redes y en el blog, ahora que lo cumplí creo que es hora de reflexionar y darles más detalles.
¿Por qué lo hice?
La desintoxicación fue exigente, sí, pero ya puedo decir que el objetivo valió el sacrificio. Y, atención, este no era bajar de peso, aunque nunca cae mal despedirse de unos kilitos de más. Lo que me proponía era sanar mi sistema gástrico desde la alimentación, pues llevo meses sufriendo de gases sin ser capaz de identificar qué es lo que los desencadena.
No se imaginan lo incómodo que es vivir con ese padecimiento, por eso estoy dispuesta a todo con tal de contrarrestarlo. Retirar algunos alimentos temporalmente, como lo propone esta desintoxicación, me parecía de las cosas menos radicales que podía hacer para tratar de mitigar el malestar. Especialmente, cuando ya había invertido mucho dinero en tratamientos tradicionales, que no funcionaron como esperaba.
¿En qué consistió?
Les explicaré a grandes rasgos cómo fue mi desintoxicación, no para que la sigan sino para que entiendan cómo se realizan. No tiene nada que ver con dieta líquida y solo extractos. Es una alimentación tan limpia como sea posible. Todos los productos que se consumen deben ser de origen natural y tener un solo ingrediente, por ejemplo: pollo, quinoa, yuca, plátano, espinaca, manzana y almendras, entre otros. Vean aquí una guía detallada.
Ahora, para contarles cómo viví la experiencia, la separé por lo bueno, lo malo y lo feo. Ojo, en general todo es MUY bueno, incluso lo feo. Solo es cuestión de tener la mente abierta.
Lo bueno
No tenía mucho que perder, como ven, y, por el contrario, mucho que ganar. Una de las principales ventajas la mencioné en este post de Instagram, aprendí a ser más versátil en la cocina. La coach Olga me retó a preparar mis comidas con ingredientes que me gustan, pero que casi nunca compro: batata, arracacha (un tipo de papa colombiana), yuca y plátano, entre otros. ¡Sí, comer natural es otra forma de desintoxicación!
Fue duro no contar con la avena o el maíz, los cereales que más uso a la hora de preparar mis desayunos. Este menú fue el que tuvo las recetas más innovadoras, ya que al no tener pan, galletas integrales o los alimentos que mencioné surgieron -o revivieron- recetas geniales, como las carimañolas saludables y los patacones sin aceite.
Por otro lado, esta desintoxicación me ayudó a perder unos cuantos centímetros. No tengo ni medidas ni fotos para comparar, porque el objetivo estaba relacionado con salud y no estética. Pero sí me veo al espejo y aprecio los cambios, eso es importante considerando que soy mi más dura crítica. ¿Cuál ha sido la transformación? Un abdomen menos hinchado, una cintura más marcada y menos inflamación en las piernas.
Lo malo
No me gustaría referirme a este aspecto como malo, pero sí creo que debo contarles que hacer una desintoxicación no es nada barato. Pese a que reduje las salidas a comer (es más complicado encontrar dónde con estas reglas de juego), se aumentó la frecuencia de las compras. De un mercado semanal pasé a uno quincenal, y se imaginarán lo que esto representa en las cuentas. Aparte, tuvimos que incluir algunos remedios naturales y complementos que también representaron gastos.
Ahora bien, esto debe percibirse, más bien, como una inversión. La desintoxicación costó lo mismo que el infructuoso tratamiento médico tradicional que les mencioné, pero aparte de buscar la sanación, depuré mi organismo y reduje medidas. Creo que es un buen intercambio, ¿no les parece?
Lo feo
A veces, desintoxicarnos va mucho más allá que depurar toxinas del organismo a través de orina, sudor y heces. A veces, también toca el plano emocional. De acuerdo con la coach Olga, hay una correlación entre lo que sentimos y cómo lo digerimos, debido a las terminaciones nerviosas de nuestros órganos gástricos. No en vano los gastroentórologos, la mía incluso, recomiendan manejar el estrés para así aminorar padecimientos como gastritis y síndrome de colon irritable, entre otros.
Adicionalmente, la comida, y especialmente la más grasosa y azucarada, nos ayuda a afrontar ciertos momentos duros. Si quitamos la opción de consumirla, ¿qué nos queda? En muchos casos, un manojo de emociones que no sabemos manejar.
¿Cuál es la recomendación? Buscar formas de desestresarnos y liberarnos. Mi aliado inseparable fue el ejercicio en el gimnasio, que no dejé de realizar durante los 24 días. También recomiendo, gracias al consejo de Olga Gulati, prácticas como Yin Yoga y cualquier técnica de respiración que nos permita parar un poco.
Hoy el reto llegó a su fin, después de haberme despedido por un mes de los edulcorantes, comidas empacadas y artificiales, entre otros. Espero que este esfuerzo me ayude a sentirme más ligera. Aún es muy temprano para decir si fue efectivo, pero ya conocen las ganancias. Creo que de cara a mis 28 años, los cumplo el próximo 20 de marzo, no podía hacerme un regalo mejor que este.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.