Qué grato es degustar una receta que nos saca de lo habitual y que de paso nos demuestra lo versátil que puede ser nuestra cocina teniendo a la mano los ingredientes que da la tierra. Hace unos días, mi nana y yo preparamos esta pasta con pollo, con una sorpresiva mezcla de sabores. La idea la vi en la página Rock Recipes, y luego de antojarnos con la combinación que proponían, decidimos hacer unas adaptaciones.
Me abruma que todavía muchos insistan en decir que comer sano es aburrido, cuando platos como esta pasta con pollo demuestran lo opuesto. Mi invitación a quienes opinan en ese sentido es que se aventuren en los supermercados, dedicando más tiempo a los pasillos donde están los vegetales, hierbas y especias. El resultado final de los platillos será más rico que el que se obtiene luego de utilizar un sobre, y ni hablar de lo barato.
La imponente salsa no necesita cubitos sazonadores, pues su sabor origina en los mismísimos jugos aromáticos de la cocción del pollo. Tampoco necesita la textura que proporciona un roux, aquel clásico espesante a base de harina y mantequilla empleado en la cocina francesa, pues las cebollas braseadas le otorgan una contextura similar (aunque no lo crean los más eruditos).
Adicionalmente, brilla con el juego ácido y crítrico que plantean la mostaza natural, el vino, la ralladura de limón y la hierbabuena. Tampoco cae mal la adición de unos espárragos blanqueados en su punto o la terneza de los pimentones asados. Sé que muchos se saborean con la descripción, así que mejor damos paso inmediatamente a la receta.
- 500g de spaghetti integral, de quinoa o de maíz
- Para preparar el pollo: 2 pechugas medianas, deshuesadas
- 2 cucharadas de mostaza
- 2 cucharadas de salsa soya
- 2 cucharaditas de mezcla de especias sin sal (Para quienes están en Colombia, recomiendo la marca Tomacol, que se consigue en Almacenes Jumbo).
- Para la salsa: Dos cucharadas de aceite de oliva
- 3 cebollas blancas, grandes
- 1 cebolla morada, mediana
- 3 cucharadas de vino blanco seco
- 2 cucharadas de mostaza
- Un manojo pequeño de hojas de hierbabuena de menta
- Ralladura de un limón
- Sal y pimienta al gusto
- 500g de espárragos frescos
- 2 pimentones rojos
- Cocina los spaghetti en agua hierviendo, siguiendo las instrucciones del paquete.
- Marina el pollo con mostaza, soya y especias. Sella en una plancha a alta temperatura, deja cinco minutos de cada lado. Reserva.
- En una sartén a fuego medio, vierte el aceite de oliva y saltea los dos tipos de cebolla, cortados en julianas. Adiciona mostaza y vino. Retira cuando los vegetales se pongan traslúcidos, 3-5 minutos.
- Extiende la salsa de cebolla en una bandeja para hornear y coloca encima las pechugas selladas. Hornea por 35-40 minutos a 180°C/350°F.
- Corta las pechugas en láminas y reserva.
- Paralelamente, lleva una olla con agua a hervor y coloca allí los espárragos previamente cortados en trozos de 3 centímetros de largo. Deja que el hervor reinicie y cuenta dos minutos, luego transfiere los vegetales a un bol con agua fría para finalizar la cocción.
- Aparte, coloca los pimentones enteros directamente sobre la llama y asa hasta que la piel se carbonice. Cubre cada uno con plástico para que suden y la cáscara negra sea más fácil de retirar. Pica en trocitos.
- Cuando finalice la cocción del pollo, transfiere todos los jugos a una licuadora junto con la hiebabuena y la ralladura de limón. Sazona con sal y pimienta y procesa.
- Utiliza esta salsa para bañar los spaghetti, adiciona los espárragos, los pimentones y el pollo. Al servir, acompaña con queso parmesano.
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